¿Tenemos futuro?

¿Tenemos futuro?

Publicado en 15 de marzo de 2020 (15 de marzo de 2020) por el personal editorial de P.Paoletti

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En este momento de nuestra historia, es importante preguntarnos: ¿cuál es nuestro futuro posible?

¿Tiene futuro nuestra especie? y si el futuro es posible, ¿bajo qué condiciones? Ciertamente, debemos creer que nuestra especie tiene futuro, pero debemos entender sus reglas, las cuales involucran al menos tres ámbitos:

  1. nuestra relación con el medio ambiente
  2. nuestras relaciones mutuas como especie
  3. nuestra relación con nosotros mismos

Nuestra relación con el medio ambiente

Ya sabemos que durante los últimos dos o tres siglos, sobre todo durante los últimos cien años, hemos ignorado los efectos contaminantes de la actividad humana. Pero en este momento de nuestra historia, estas consecuencias son particularmente evidentes debido a que la reacción del planeta está ante los ojos de todos.

El mar está inundado de plástico, los ríos se han convertido en grandes cloacas que transportan todo tipo de desechos, y la atmósfera está cada vez más llena de toxinas. A pesar del malestar que todo esto genera, seguimos mostrando cierta dificultad para producir el cambio necesario: el cambio de nuestra mente, el reino donde todo es posible.

La relación entre nosotros y los demás

En este periodo, durante las últimas semanas, los últimos meses, todo el mundo está en conflicto consigo mismo.

El Covid-19 comenzó en China, aunque es probable que ya estuviera presente en diferentes zonas del planeta desde antes y que ahora se esté propagando a gran velocidad. Esto produjo una interacción o, mejor dicho, una reacción de los países que condujo al aislamiento, imaginando que así podríamos defendernos del virus.. Cerrar las fronteras físicas de nuestros países no es una defensa. Por el contrario, defendernos es volvernos más sensibles a la relación con el otro y con nosotros mismos, pidiendo del otro y de nosotros mismos más atención.

Solo esta autodisciplina en su conjunto puede hacer que nuestros umbrales de atención y sensibilidad sean adecuados para la aplicación de las prácticas de higiene personal y colectiva que limitan los brotes epidémicos. Ello nos dará la oportunidad de dar un salto en nuestra estima personal y de los demás, pues entiendo el valor del otro donde cuando me doy cuenta de que es capaza de imponerse limites.

La relación con nosotros mismos

Todo esto solo pude suceder si conocemos con claridad y difundimos los pasos del camino FASE (Filosofía, Arte, Ciencia, Economía). Estos pasos dan cuenta de la evolución de nuestra especie a lo largo del tiempo, es decir, de que no siguió siendo siempre igual, sino que reconoció su condición y avanzó hacia lo que podría llegar a ser. Ese es el salto evolutivo de nuestra especie.

Por lo tanto, si la actividad filosófica de búsqueda del bien –como el conocimiento más elevado, la sabiduría más profunda, la realidad última del alma que da forma al mundo dentro y fuera de uno mismo, como un demiurgo– nos fertiliza y nutre, el paradigma que ha gobernado nuestras relaciones durante mucho tiempo (mors tua, Vita mea) puede diluirse gradualmente, dejando espacio para una vida nueva: vita vita, vita mea.

Sin embargo, no debemos olvidar entender que aún nos falta mucho para entender que si tú ganas yo puedo intentar ganar porque te doy la oportunidad, y que entonces podríamos convivir virtuosamente compartiendo, cooperando, colaborando. No podemos seguir coexistiendo y afirmando quien tiene el poder.

Sin embargo, aún estamos algo poseídos por ese aspecto ancestral de la parte reptiliana y límbica de nuestro cerebro, la cual activa en nuestra amígdala la necesidad de defendernos cada vez que nos sentimos amenazados o arrinconados.

Cuando esta dimensión vive en nosotros y nos controla, nuestro único deseo cuando nos sentimos heridos o maltratados es castigar a nuestro oponente; no comprender o interactuar con él para negociar un futuro mejor. El que nos trajo dolor, debe sufrir dolor (mors mea, mors tua)

Nuestro posible salto evolutivo

Este es un momento histórico especial, en el que podemos tratar de comprender completamente los tres paradigmas y avanzar hacia el último, el que contiene los previos: su vita, vita mea. Pero éste solo podrá encontrar espacio dentro de nosotros cuando hayamos comprendido los otros dos.

Solo cuando seamos capaces de separarnos de nuestra necesidad de sobresalir hiriendo a los demás hiriéndolos, y cuando aceptemos, de alguna manera, la herida que el otro nos causa sin regresársela, podrá intervenir la necesidad de hacer un gesto y dejar una marca diferente: dar la bienvenida, negociar, buscar un futuro mejor juntos; y así colaborar, cooperar para que este lugar continúe nutriéndonos y apoyándonos a dar el salto evolutivo que todos sentimos que está en la puerta de nuestra vida, listo dentro de nosotros aunque aún nos elude.

Necesitar entrar en este paradigma “tu vida, vita mea”.

¿Cómo sería el mundo si fuera capaz de contener su incomodidad y orientarla de una manera nueva y diferente de lo habitual?, ¿cuál sería mi vida, la tuya, nuestra vida si pudiéramos decirnos a nosotros mismos: “aquí estoy, he venido a un lugar donde hay silencio, escucha, vacío”?

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